De los 1.006 refugiados ucraniano que en el mes de abril habían solicitado asilo temporal en nuestra región, apenas el 20% han encontrado un trabajo. Cifras exiguas que denotan la falta de integración real de una comunidad que, tras haber escapado de la atrocidad de la guerra que sufre su país, se encuentra con auténticas dificultades para acceder a un puesto de trabajo. La principal traba, explican las organizaciones, sigue siendo la lengua. Pero, también, el hecho de que la mayoría de refugiados sean mujeres, lo que dificulta aún más su acceso a un trabajo.
De los más de 200 ucranianos que la organización Expoacción ha acogido desde el mes de marzo, solo veinte han encontrado trabajo. Un matiz. De estos veinte, más de la mitad habían participado con anterioridad en el programa de ´Vacaciones por la Paz´, es decir, tenían ya una relación previa con el idioma y la sociedad española. Así todo, también hay casos de ucranianos trabajando en puestos no cualificados en los cuales no es absolutamente necesario dominar la lengua. Las ONG hacen lo que pueden, pero aún así son escasas las empresas dispuestas a dar oportunidades a estas personas que, en el mejor de los casos, chapurrean un español elemental. «Tenemos convenios con hostelería y comercio, también con la ONCE o con trabajo a domicilio», explica Andrea Quintero, trabajadora social de Expoacción y responsable del proyecto de acompañamiento a familias ucranianas.
Cuando estalló la guerra, la sociedad entera se volcó con los afectados por medio de generosas donaciones. También las empresas pusieron su granito de arena suscribiendo convenios de colaboración. No obstante, seis meses después de estallar la guerra, los esfuerzos públicos y privados se fueron estancando a medida que transcurrían los meses y el conflicto bélico dejó de ser ´trending topic´. «El foco mediático se ha desplazado, pero las necesidades de las familias siguen estando ahí», advierte Quintero. Entre las más urgentes, aumentar los recursos destinados a estas organizaciones para garantizar así el acompañamiento integral de las familias. Asimismo, las ONG inciden en la importancia de reforzar los programas de inserción laboral y la dinamización del mercado de alquiler para que los refugiados puedan adquirir una mayor independencia.
«Inicialmente estas personas buscaban un asidero, una mano amiga. Ahora, su inquietud es poder valerse por sí mismos», relata Andrea Quintero,
Desde que empezó la crisis, la asociación Accem ha atendido a 300 personas provenientes de Ucrania. De los 109 adultos que hay ahora mismo en programas de acogida, solo 7 están trabajando. Otro aspecto a tener en cuenta es que, en su mayoría, estos adultos son mujeres. En el caso de Accem, un 79% de los adultos acogidos eran mujeres. En cuanto al porcentaje de ocupación, aunque este es bajo, se encuentra dentro de lo esperable teniendo en cuenta que «por lo general este tipo de procesos llevan un tiempo». En Cruz Roja hablan de un máximo de 18 meses. Eso sí, matizan, los procesos son individualizados. Hay quienes aprenderán el idioma con mayor facilidad y podrán encontrar trabajo antes y hay quienes requerirán de más tiempo para incorporarse en el mercado laboral.
Accem, Cruz Roja o Expoacción llevan desde el pasado 14 de marzo realizando intervenciones diversas. Primero, en un momento de emergencia migratoria, para asegurar alojamiento y comida a los exiliados. Los procesos posteriores involucran ayuda para facilitar las gestiones burocráticas, la escolarización de los menores o clases de idiomas.