No ha habido otro momento en la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial con un número tan elevado de niños que requieran de ayuda humanitaria como el actual. Y, según el último informe realizado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el cambio climático es el factor que entrelaza y a la vez agrava las crisis ya existentes. En total, se estima que la mitad de la población mundial de menores vive en países extremadamente vulnerables a los impactos que ya deja la crisis climática en nuestro entorno a nivel global.
Los conflictos, la pobreza, la violencia, la falta de acceso a la educación, los desplazamientos, el hambre... Son muchos los motivos de las crisis humanitarias que afectan a la parte más vulnerable de la población, pero todos ellos están interconectados y se refuerzan entre sí.
«Los niños se enfrentan hoy a una confluencia histórica de crisis, desde conflictos y desplazamientos hasta brotes de enfermedades infecciosas y tasas vertiginosas de desnutrición. Mientras tanto, el cambio climático agrava las ya existentes y desencadena otras nuevas», versa el informe de la organización que ofrece una visión general de las necesidades de la ayuda humanitaria en el mundo.
«Este año -recopilan como ejemplos- hemos visto una ola de desastres mortales relacionados con el clima, incluidas inundaciones catastróficas en Pakistán, una sequía histórica en el Sahel y el Cuero de África y olas de calor abrasadoras en partes de Europa, Medio oriente y América del Norte».
Sobre la interconexión de los escenarios, describen: «Un niño en el Sahel, por ejemplo, podría estar enfrentando desnutrición aguda debido tanto al desplazamiento relacionado con el conflicto como a la severa sequía relacionada con el cambio climático en la zona».
Además de la falta de agua, quizá el problema más visible del calentamiento global, existen otros peligros derivados de este último que afectan con especial gravedad a la población infantil.
Por ejemplo, las inéditas inundaciones registradas este año han propagado las principales causas de muerte infantil: la desnutrición, la malaria, el cólera y la diarrea. «La crisis climática se vuelve visible en la vida de los niños como amenazas cotidiana a sus derechos, como una crisis de agua, sanitaria y nutricional, educativa, de protección y una crisis de participación», valoran los autores del informe.
En la actualidad se estima que hay 36,5 millones de niños desplazados de sus hogares en el mundo, el número más alto jamás registrado
Las cifras que aporta Unicef sobre esta realidad hablan de más de 400 millones de niños que viven en áreas en conflicto. Mil millones (casi la mitad de la población infantil del mundo) que lo hace en países con una vulnerabilidad extrema a los impactos del cambio climático.
Por otro lado, al menos 36,5 millones de niños del mundo han sido desplazados de sus hogares, solos o en compañía de su familia. Este es, según el citado organismo, el número más alto jamás registrado en la historia.
En cuanto a las condiciones de vida, 8 millones de menores de 5 años en 15 países están en riesgo de muerte por emaciación (el tipo de desnutrición más letal en edades tempranas).
El año comenzó con 274 millones de personas con necesidad de asistencia humanitaria y protección, pero la situación se ha recrudecido exponencialmente a lo largo de 2022, especialmente debido a la guerra en Ucrania y la inseguridad alimentaria.
José María Vera, director ejecutivo de Unicef España, ha lamentado que desde 2015 «se ha triplicado el número de niños que de una u otra forma necesitan ayuda humanitaria» debido a la «combinación de varias crisis».
«Todos son niños los que soportan la peor parte de un mundo en crisis y millones de ellos están luchando por sobrevivir», valoran desde el organismo internacional.
En esta realidad, capítulo aparte se merecen los niños desplazados de sus hogares en el mundo hoy en día, que alcanza cotas desconocidas, tal y como han reconocido los autores del informe.
Los niños que cruzan las fronteras se encuentran en cantidades récord, ya sea con sus familias o separados de ellas, solos. Alrededor de 37 millones de niños en todo el mundo están desplazados debido a los conflictos y la violencia. Este número no se veía desde la Segunda Guerra Mundial, valoran desde Unicef, y ni siquiera incluye a los que han abandonado sus lugares de origen empujados por la pobreza o el cambio climático o, sencillamente, por la búsqueda de una vida mejor.
Este récord tiene sentido si se tiene en cuenta otro en la misma línea: el número de países que experimentan conflictos violentos se encuentra en máximos de los últimos treinta años. «La inestabilidad política y los disturbios en el Líbano, Myanmar y Sudán, por solo citar algunos ejemplos, han alejado a las personas de sus hogares, incrementando su vulnerabilidad. A finales de junio de 2022, en total, había 103 millones de personas desplazadas por estos motivos.
La situación fue valorada por Vera como «sin precedentes», lo que les obliga a redoblar los esfuerzos. Para atender las necesidades de este importante número de individuos afectados por las diversas crisis, Unicef ha calculado que se necesitan 10.300 millones de dólares (9.700 millones de euros) para llegar a unos 173 millones de personas, de 110 millones de niños, de los que diez sufren alguna discapacidad, repartidos en 155 países.
Las situaciones que han sido destacadas como más urgentes, por su gravedad y envergadura, son la crisis de refugiados de Ucrania, Etiopía, Sudán, Siria, Yemen y los refugiados sirios, Afganistán y República Democrática de Congo.
Unicef ha calculado que se necesitan 9.700 millones de euros para llegar a 110 millones de niños en 155 países
Joana Pérez, asesora de Alianzas y Movilización de Recursos de Unicef para Oriente Medio y el norte de África, destacó el caso de Jordania, que presenta uno de los niveles más altos de refugiados per cápita del mundo. «Si hiciéramos la comparación con España, es como si España -dijo- hubiera recibido 3,5 millones de refugiados. Este es el peso y la hospitalidad del pueblo jordano» .
«Esta región se caracteriza precisamente por eso, por los refugiados y desplazados internos. Se ha establecido el número de refugiados en la región, pero el número de desplazados internos sigue subiendo, con un 30 por más. Esta región se ha visto afectada por los conflictos pero también por olas de calor impresionantes que afectan al acceso a agua potable. Aquí se ven las consecuencias del cambio climático», señaló.
Además, ha señalado que solo este año han muerto 580 menores en esta zona del mundo, lo que supone una «catástrofe» y un dato «inaceptable» que debería hacer reaccionar a la comunidad internacional.
«Yemen es una de las crisis humanitarias más complejas y es el país con mayor número de desplazados internos a nivel mundial, y el impacto de la guerra es devastador», recordó.
Llegados a este punto, ha recalcado la importancia de «recordar conflictos como el de Siria», que comenzó hace doce años. «Como sabéis, los refugiados de Siria han salido del país en su mayoría y se encuentran en países como Turquía, Irak, Egipto», ha indicado antes de añadir que los refugiados se enfrentan en gran medida a «retóricas de odio».
No obstante, ha hecho hincapié en la «gran solidaridad vista en Ucrania», una cuestión que «da esperanza». «Somos solidarios, el sufrimiento no tiene pasaporte».