Vivimos en un mundo globalizado en el que la población de diferentes países vive conectada y es interdependiente. En este sentido, en los últimos años hemos vivido una expansión de las migraciones internacionales, con personas que han dejado sus hogares para buscar un nuevo lugar donde asentarse y empezar una nueva vida.
En enero de 2021, el número de residentes procedentes de otros países en territorio español era de aproximadamente 5,38 millones, según el portal de datos Stadista. En el último año, la presencia de inmigrantes en España creció en 149.011 personas.
Para integrarse correctamente, estas personas deben hacer frente a una serie de retos: encontrar un empleo, una vivienda, una escuela, una comunidad… Estas circunstancias han empeorado para muchas personas tras la expansión del coronavirus, que ha provocado no solo una crisis económica, sino también social y derechos.
En el caso de España, los últimos datos publicados por FOESSA revelan que la población extranjera ha presentado una incidencia más alta del virus y ha tenido más consecuencias negativas a nivel laboral que las personas de nacionalidad española, lo que ha provocado una mayor incidencia de la exclusión social entre personas migrantes.
Durante la primavera de 2021, la incidencia de contagios de covid fue de un 10,7% entre la población extranjera, es decir: tres puntos porcentuales más que en la población de origen español, según los últimos datos de FOESSA. Es decir, el coronavirus acumuló más casos entre las personas de origen extranjero.
Esto se explica por diversas razones: la población de origen extranjero suele tener peores condiciones de vida, con viviendas peor ventiladas y mayor hacinamiento; así como menos recursos para adoptar medidas preventivas y una mayor exposición por sus empleos.
Así, las personas inmigrantes estuvieron más expuestas al virus y, por tanto, tuvieron más riesgo de infectarse en España. Algo que también ocurrió en otros países: por ejemplo, en Estados Unidos las personas negras tuvieron 3,6 veces más probabilidad de fallecer por covid que la población blanca y los pacientes latinos 1,9 veces más que los pacientes “blancos”, según un estudio de la Sociedad de Medicina Interna General.
En los últimos años, la población extranjera en España había progresado en términos de integración. Sin embargo, la pandemia y su consiguiente crisis económica y social han paralizado este avance y han mantenido a las personas migrantes en una situación de desventaja, aumentando las barreras para mejorar su calidad de vida.
En cuanto al empleo, debemos tener en cuenta que la población inmigrante suele ocupar puestos de trabajo más precarios. Muchos no han podido acceder al teletrabajo durante los meses de pandemia: esta era una de las medidas preventivas más evidentes para no exponerse al virus y evitar el contagio.
Los problemas en el empleo repercuten directamente en otros aspectos como el consumo, pues unos menores ingresos impedirán a las familias extranjeras poder comprar los productos básicos necesarios para llevar a cabo una vida digna. Al mismo tiempo, esto les expone al riesgo de acabar en situación de pobreza y también de exclusión.
Entre 2018 y 2021 la población extranjera afectada por exclusión social severa se incrementó un 23,5% según FOESSA, unos datos que reflejan el impacto de la crisis del coronavirus. Uno de cada tres extranjeros en España está en situación de exclusión social severa; el triple que la población española.